Querer hablar y
no saber que decir, querer decir y no saber como, saber como decir y no ver el momento, tener la oportunidad y
tener miedo, tener miedo y
arrepentirse, y volver a quedarse mirando otra vez la conversación, queriendo cambiar algún punto de la misma para
que no hubiera un final, para no despedirse, para,,, para no ver que incluso las palabras ya no están.
Y es que ahora el día que no te veo sufro, realmente noto como
mi corazón late con dolor, justo entre el esternón y el pecho, tengo esa punzada que solo noto cuando me alejo de ti, cuando me separo físicamente de ti , y no he podido hacer todo lo que quería, o decir todo lo que necesitaba. No decirte que
te necesito, que no quiero irme, que
te echo de menos, porque me rompería a llorar, y lloraría como una niña tonta si consuelo, porque
lo que más quiero es lo que menos puedo tener.
Porque el tiempo,
eterno dueño de los momentos, señor de muchas muñecas a las cuales va ligado, aquel que
me priva de crear recuerdos a tu lado, aquel que hace que me arrepienta de decisiones al ver todo lo que estoy perdiendo, el tiempo, gran culpable de mi tristeza,
me ha dado los segundo para sobrevivir, pero no para tener una vida junto a ti
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